Sunday, October 29, 2023

Breve historia de Puerto Rico.

 

Puerto Rico es la menor de las  Antillas Mayores y la mayor de las Antillas Menores, en el mar Caribe. Fue colonia española por cuatro siglos y desde 1898 es colonia de Estados Unidos.

Símbolo de la diosa de la fertilidad Atabeira y Atabex

Los primeros habitantes, llamados arcaicos, vinieron del delta del río Orinoco en el norte de América del Sur hace miles de años. La arqueología ha documentado presencia humana en estas tierras desde el 4,000 (en Angostura, Barceloneta), y el 3,000 antes de Cristo, (en Maruca en Ponce). Cuando los españoles llegaron a Boriquén (el nombre que le dieron a la Isla sus habitantes nativos) durante el segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493, impactaron a los taínos, descendientes de la etnia arahuaca procedente del norte de Venezuela. Los taínos fueron producto de la fusión de diversas culturas previas. Habían desarrollado una agricultura muy productiva, donde aplicaban conocimientos de astronomía y meteorología. Creían en muchos dioses.  Su sociedad se regía por una estructura piramidal dirigida por un cacique al cual le rendían tributo. El cacicazgo era un estado social, económico y político intermedio, cuya etapa siguiente estuvo representada en América por las ciudades-estado ejemplificadas por los aztecas, mayas e incas. La herencia indígena taína dejó una huella significativa en la cultura puertorriqueña.

La colonia española

Colón nombró San Juan Bautista a Boriquén cuando se detuvo en la Isla el 19 de noviembre de 1493 , pero no fue hasta 1508 que los españoles establecieron una presencia permanente con Juan Ponce de León como primer gobernador. La subordinación y los malos tratos dados a los indígenas provocaron la rebelión de 1511, mas poco pudieron las hachas de piedra contra los arcabuces y otras armas y estrategias de los conquistadores. Además, las enfermedades importadas y las difíciles condiciones del trabajo forzado redujeron la población autóctona. Su rol como trabajadores forzados fue reemplazado por  esclavos, procedentes de la región occidental de África. El cruce de estas tres etnias (taína, española y africana) representa el origen étnico y cultural de los puertorriqueños. La mezcla racial y cultural continuó durante los próximos siglos combinada con la llegada de otros inmigrantes, tales como negros libres de las islas vecinas (en el siglo XVIII), europeos blancos (en el siglo XIX) y posteriormente, estadounidenses, cubanos y dominicanos (en el siglo XX).

Cemí taíno

La colonia creció rápidamente y fue una de las bases de apoyo para el avance del imperio español en las tierras continentales. La ciudad principal fue llamada Puerto Rico, por su bahía espaciosa y su puerto natural. En 1522 se fundó San Juan de Puerto Rico como su capital, luego de trasladarse de Caparra, enclave inicial de la administración de la conquista y colonización. Para 1582 ya se identificaba toda la Isla como Puerto Rico. Mientras el Imperio crecía y enfrentaba la rivalidad de otros poderes europeos, su importancia estratégica y militar opacaba su significación económica (particularmente luego de la conquista de las civilizaciones ricas de los aztecas en México y de los incas en Perú). Para el Imperio en crecimiento, Puerto Rico se convertiría en “la llave a las Indias”, un punto clave para repeler a los intrusos e infieles del Mare Nostrum español

Surge el sentimiento de puertorriqueñidad

Gobernador Miguel Antonio de Ustáriz (1789-1792), pintura  realizada por José Campeche. Colección del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

El orgullo de ser puertorriqueño, no español, surgió entre los criollos por lo menos alrededor del siglo XVIII. Esto es evidente en las pinturas de José Campeche (1751-1809), nuestro primer pintor importante en ese tiempo, quien era hijo de un esclavo liberto y una blanca de Islas Canarias, y cuyas pinturas (una de las cuales se le atribuyó incorrectamente a Francisco de Goya en España) se exhibieron en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York en 1988. De Campeche en adelante, la expresión de la identidad puertorriqueña se ha mostrado como una constante en nuestras artes visuales. Este sentido de nuestra diferencia de los españoles se reafirmó luego de la victoria contra los invasores británicos en 1797. También llevó a los criollos a exigir reformas políticas, sociales y económicas al comienzo del siglo XIX. El sentimiento de puertorriqueñidad, que llevaba años en desarrollo, encontró su primera expresión política con la elección de Ramón Power, primer representante de Puerto Rico en las Cortes de Cádiz.  Juan Alejo de Arizmendi , el primer y único obispo puertorriqueño bajo la dominación española, nombrado en 1803, también lidereó el destaque de la patria puertorriqueña, cuando en 1809 le encomendó a Power  proteger los “derechos de nuestros compatriotas”.

El siglo XIX fue muy caótico en España y de cambios significativos en Puerto Rico. Comenzó con la invasión napoleónica a la Península Ibérica en 1808, situación que alentó en parte las guerras de independencia y la pérdida de todas las posesiones españolas en el continente americano. Por ende, las expresiones abiertas de puertorriqueñidad se consideraban como subversivas por un gobierno que se esforzaba por mantener a la Isla libre del “contagio” revolucionario, especialmente del que provenía de la cercana Caracas, que era considerada como un foco de separatistas antiespañoles. Para mediados de la década de 1820 solo Cuba y Puerto Rico, en el Caribe, permanecían bajo el dominio español a consecuencia del establecimiento de gobiernos represivos en cada Isla con la complicidad de las clases dominantes esclavistas. La inmigración de cientos de monarquistas que escapaban de Venezuela contribuyó al fortalecimiento del sector político conservador y proespañol en ambas islas.

CAMBIOS SOCIALES Y ECONÓMICOS EN EL SIGLO XIX

Real Cédula de Gracias de 1815

Real Cédula de Gracias de 1815

Luego de la derrota de las fuerzas napoleónicas en el 1814, Fernando VII de regreso a España decidió mantener a Puerto Rico leal y seguro a través de reformas económicas. Además, a raíz de la Revolución haitiana, el miedo a las rebeliones de esclavos por un lado promovió mayor represión de esa fuerza trabajadora junto con la llegada de otros europeos. La Real Cédula de Gracias del 1815 estimuló la inmigración de blancos católicos. Como resultado de esto, la demografía de Puerto Rico cambió, a la vez que cientos de franceses (mayormente criollos blancos de Haití, Luisiana, Guadalupe y Martinica), italianos e irlandeses, llegaron a la Isla con sus esclavos. También entraron muchos esclavos africanos por la vía del contrabando.  A mediados de siglo, una nueva ola de inmigrantes llegó de Córcega, Mallorca y Cataluña.


Documental “Islas entretejidas: Puerto Rico y Córcega”

Esta Cédula de Gracias, al igual que otras, promovió cambios económicos y sociales. Hubo un aumento notable en la producción agrícola de tres cultivos comerciales: la caña de azúcar, el café (introducido a mediados del siglo XVIII y presto a convertirse en un producto importante de exportación hacia Europa), y el tabaco. El sistema de plantación fue adoptado extensamente y, con el aumento en la producción azucarera vino el crecimiento de la esclavitud africana, al igual que en el resto del Caribe.

Eventualmente, la creciente demanda por mano de obra y la dificultad en adquirir esclavos, dadas las restricciones en la trata, hizo que los terratenientes miraran hacia la población libre de la Isla, que excedía a la de los esclavos. Dichos terratenientes convencieron al gobierno de que estableciera un mecanismo que forzaba a los campesinos sin tierras, que era la mayoría de la población, a trabajar como jornaleros. También tenían que cargar con unas libretas en las que los patronos anotaban datos sobre la conducta laboral. Este sistema conocido como Régimen de la Libreta duró desde 1849 hasta 1873.

Para esta época, una élite criolla mayormente urbana se había desarrollado y reclamaba participación en los asuntos del País, exigencia que el gobierno español resistió y persiguió. Algunos jóvenes que tenían recursos o que recibieron becas, fueron a Europa a estudiar luego de graduarse del Seminario Conciliar en San Juan. Una generación de estudiantes puertorriqueños en España, para las décadas de 1840 y 1850, produjo los textos fundacionales de nuestra literatura y la figura emblemática del jíbaro, el campesino blanco de las montañas.

La abolición de la esclavitud y el reclamo de la independencia a España surgieron como los discursos contestatarios principales entre los criollos liberales. Los más extremistas fueron desterrados y aún en el exilio, el líder del movimiento independentista, Ramón Emeterio Betances (un médico educado en Francia) promovió  el intento revolucionario más contundente contra el dominio español en Puerto Rico, el Grito de Lares en 1868. La revuelta fue sofocada en poco tiempo, aunque tuvo consecuencias significativas a corto y largo plazo. Por ejemplo, al año siguiente se permitió la fundación de un primer partido político, que fue seguido a los pocos meses por otra colectividad. El 22 de marzo de 1873 se abolió el Régimen de la Esclavitud y el 13 de julio del mismo año se eliminó la Libreta.

Esta misma generación de criollos esbozó un proyecto liberal desde mediados del siglo XIX, en parte a causa de la crisis del azúcar que puso en evidencia la vulnerabilidad de la economía isleña. La nueva élite intelectual, residente mayormente en Ponce y San Juan, buscaba progreso económico, social y cultural. Creó instituciones culturales como el Ateneo Puertorriqueño en 1876. Los periódicos aparecieron por doquier, dándole voz a las exigencias de cambio. Estos criollos estaban al tanto de las ideas progresistas (como la democracia de Estados Unidos, que ya era el segundo país más importante en términos comerciales en Puerto Rico) y de eventos en otras partes del mundo que los influenciaron.

El modelo canadiense de gobierno autónomo inspiró un nuevo proyecto entre los intelectuales de la ciudad sureña de Ponce, dirigido por Román Baldorioty de Castro que resultó en la fundación del Partido Autonomista en el teatro La Perla en 1887. Ese mismo año surgió uno de los movimientos más radicales en nuestra historia: la Boicotizadora, influenciada por el Irish Land League. Esta sociedad secreta se comprometía a boicotear los comercios españoles y promover solo los negocios puertorriqueños. El gobierno español respondió a esto con persecución y torturas a  los autonomistas conocidas como los Compontes.  Incluyeron el encarcelamiento de los líderes principales en El Morro. Los historiadores han llamado ese periodo como el “año terrible del [18]87”. Diez años después, el gobierno español aprobó la Carta Autonómica, presionado por Estados Unidos que amenazaba con intervenir en Cuba.

PUERTO RICO SE CONVIERTE EN COLONIA ESTADOUNIDENSE

Bombardeo a El Morro en la Guerra Hispanoamericana 1898

Bombardeo a El Morro en la Guerra Hispanoamericana 1898

El gobierno autonómico que España concedió duró muy poco. En febrero de 1898 el buque estadounidense Maine explotó en la bahía de La Habana, lo que provocó la Guerra Hispanoamericana. Ocho días después de que la recién inaugurada Legislatura puertorriqueña se reuniera por vez primera, las tropas estadounidenses desembarcaron por Guánica, el 25 de julio de 1898. Esto marcó el final del experimento español en cuanto a gobierno propio e inauguró el experimento colonial estadounidense. Aunque la Isla no había participado en la guerra, su adquisición se convirtió en parte de una nueva visión geopolítica de la hegemonía estadounidense en el Caribe. En diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París y España le cedió formalmente Puerto Rico a Estados Unidos. Los derechos civiles y el estatus político de los puertorriqueños sería determinado por el Congreso estadounidense. Después de más de un siglo, el control de la soberanía puertorriqueña y el estatus político continúa en manos del Congreso.

El general invasor estadounidense Nelson A. Miles (quien fue responsable de terminar las guerras contra los indios en Estados Unidos) sabía exactamente dónde desembarcar en Puerto Rico. Estaba bien informado sobre los sentimientos antiespañoles de la gente en la costa sur (quienes no habían perdonado la represión de los Compontes de 1887). Lo que llevó al desembarco sorpresivo y exitoso en la bahía de Guánica, igual que al recibimiento entusiasta que los residentes de Ponce (baluarte de los criollos) y Yauco (baluarte de los corsos) les dieron a las tropas estadounidenses mientras el Ejército español se retiraba hacia las montañas. La campaña militar en Puerto Rico fue rápida (los españoles sabían que ya habían perdido Cuba y, por ende, la guerra) aunque hubo algunas batallas hasta que el armisticio se firmó un mes después del desembarco.

Lo que sucedió después sorprendió tanto a los liberales como a los separatistas en Puerto Rico que le habían dado la bienvenida – y hasta ayudado – a la invasión. Ellos veían a Estados Unidos como el gran país democrático que le daría a Puerto Rico, como había prometido Miles, “las bendiciones de la civilización”. Por el contrario, durante dos años los estadounidenses impusieron un gobierno militar. Cuando se estableció un gobierno civil en 1900, a través de la Ley Foraker, aun escritores estadounidenses como Lyman Gould y William Tansill lo consideraron inferior a la Carta Autonómica concedida por la decadente monarquía española. En términos jurídicos, Puerto Rico quedó definido como un territorio no incorporado que “pertenecía pero no era parte” de Estados Unidos. El desencanto con este estatus político causó protestas abiertas que a su vez dieron vida a una nueva organización política, el Partido Unión de Puerto Rico en 1904. El mismo aglutinó a seguidores del autonomismo, la anexión y la independencia como formas posibles para definir la relación con Estados Unidos. Por primera vez en la historia puertorriqueña, la independencia se incluyó como una opción legal en el programa de un partido político. Los unionistas se convirtieron en el partido dominante por veinte años, hasta que el surgimiento de un Partido Socialista sólido (que representaba a los trabajadores y era proestadidad) llevó a unas coaliciones y alianzas que prevalecieron hasta que el Partido Popular Democrático (PPD), fundado por descendientes de unionistas y otros partidos se formó en 1938.

PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX: LA AMERICANIZACIÓN COMO META

Reunión del Partido Nacionalista de Puerto Rico circa de 1940

Durante las primeras tres décadas del siglo XX, en un esfuerzo tenaz por americanizar a los puertorriqueños, el idioma inglés se hizo obligatorio en las escuelas públicas. La estrategia falló dada la resistencia de la población a aprender “el difícil”, como le decían al inglés. En el siglo XXI, todavía existen sectores de la población que muestran resistencia frente al inglés y no lo dominan totalmente, a pesar de las campañas gubernamentales y la gran influencia ejercida por la internet y la televisión por cable.

Puerto Rico progresó en muchos aspectos durante la primera década de soberanía estadounidense: aumentaron las escuelas, a la vez que se mejoraron las condiciones de salud y las comunicaciones. En 1903 finalmente se inauguró la Universidad de Puerto Rico, tan reclamada desde principios del siglo XIX. Sus primeros pasos fueron la creación de una Escuela Normal, dedicada a la educación de maestros y maestras – en inglés ̶  para hacer viable el gran proyecto de transculturación.

En cuanto al desarrollo agrícola, decayó la producción de los cultivos de subsistencia. Puerto Rico vivió la expansión mayor del cultivo del azúcar, dirigida principalmente por tres corporaciones de capital ausentista estadounidense, lo que causó un aumento en el proletariado sin tierra. Esto también alimentó los sentimientos antiestadounidenses entre porciones significativas de la población. Los intelectuales más importantes de ese tiempo: Manuel Zeno Gandía  (1855-1930), Luis Lloréns Torres (1876-1844) y Nemesio Canales (1878-1923) y atestiguaron a través de sus escritos esta situación.

El nacionalismo

Después del comienzo de la Primera Guerra Mundial, la importancia geopolítica de Puerto Rico para Estados Unidos llevó al Congreso a aprobar la Ley Jones que otorgaba la ciudadanía estadounidense a todos los puertorriqueños en marzo de1917. Pero los sentimientos de puertorriqueñidad no desaparecieron con la ciudadanía. Estos permanecieron especialmente fuertes en algunos sectores de la sociedad. Se fundó el Partido Nacionalista en 1922 y, bajo el liderato de Pedro Albizu Campos a partir de 1930, ese partido se convirtió en un instrumento de resistencia radical. Albizu enfatizó en las raíces hispanas y la religión católica como protección contra la americanización (igual que los patriotas irlandeses hicieron al enfrentarse a los británicos en Irlanda). La influencia de Albizu fue evidente en la primera generación de escritores locales que emergió bajo el dominio estadounidense.

La crisis de la década de 1930

Fue un periodo a de gran crisis social, económica y política no solo en Puerto Rico sino en el mundo. La Gran Depresión iniciada en 1929 empeoró las terribles consecuencias del huracán San Felipe, ocurrido el año anterior. La situación fue descrita apropiadamente en la canción popular de Rafael Hernández, “Lamento Borincano”. Puerto Rico se conoció entonces como “la casa pobre del Caribe”, luego de tres décadas bajo la bandera estadounidense. Las políticas del Nuevo Trato de Franklin D. Roosevelt se extendieron a la Isla para reducir el desempleo y la pobreza rampantes. No obstante, un conjunto de contiendas sociales y de huelgas, en particular en la industria del azúcar, y las reuniones de los trabajadores con Albizu, llevaron a que miembros de la élite pidieran a Washington que enviara una “mano dura” a Puerto Rico. El resultado fue el nombramiento del general estadounidense Blanton Winship como gobernador. Esta designación provocó una serie de eventos violentos que incluyeron el asesinato de varios nacionalistas por la Policía en la Masacre de Río Piedras en 1935, y el asesinato del jefe de dicho cuerpo, Elisha Riggs por los nacionalistas Elías Beauchamp e Hiram Rosado en 1936. Inmediatamente después ambos también murieron asesinados a manos de policías. Como consecuencia arrestaron a Albizu y, luego de un juicio poco confiable, fue encarcelado en Atlanta. Estas tensiones culminaron en lo que se llamó la Masacre de Ponce en 1937 cuando policías armados, instruidos por el Gobernador,  desataron una balacera que provocó 19 muertos, incluyendo dos policías, e hiriendo a 235 personas. Los nacionalistas no armados participaban en una marcha/protesta pacífica, según el Informe de la Comisión Hays, de derechos civiles de Estados Unidos. Una vez Albizu fue sacado de la escena política, Luis Muñoz Marín, fundador del Partido Popular Democrático (PPD), se convirtió en el líder principal de Puerto Rico. El partido que fundó en 1938 controló la política en la Isla por tres décadas y permanece en el 2020 como uno de los dos partidos principales.

La era muñocista

Luis Muñoz Marín junto a campesino

Esa época, entre 1940 y 1968,  trajo cambios significativos al País que pasó de ser “la casa pobre del Caribe” a ser “la vitrina del Caribe”. Algunos escritores se han referido a estos años como “la revolución pacífica”. Puerto Rico pasó de ser una sociedad agraria y rural a una sociedad urbanizada e industrializada con nuevas clases sociales y con muchas más oportunidades educativas para el pueblo. Para asegurar este progreso, el gobierno de la Isla promovió una emigración masiva a Estados Unidos continentales. Como es de esperarse, la literatura de la época reflejó estos cambios. “La carreta de René Marqués evidenció los nuevos cambios poblacionales que incluyeron la emigración a Nueva York. La situación de los “neoricans” se describe a través de escritores como José Luis González en su novela corta “Paisa” y Pedro Juan Soto en “Spiks”.

En la década de 1940, el destino de Puerto Rico se afectó una vez más por las consecuencias de su importancia estratégica. Durante la Segunda Guerra Mundial, el País fue el centro de los planes para la defensa hemisférica y las bases militares estadounidenses aparecieron por todo el archipiélago puertorriqueño, incluyendo las islas de Culebra y Vieques. La base estadounidense más grande del mundo fue desarrollada en Ceiba al este de la Isla, bajo el nombre de Roosevelt Roads.

Segunda mitad del siglo XX: Estadolibrismo

Trabajadoras en una fábrica de zapatos

Luego de la guerra, los independentistas dentro del PPD reanudaron sus esfuerzos para concretar las promesas de auto-determinación para Puerto Rico, mientras que en la  Organización de las Naciones Unidas (ONU) creada en 1945, la Unión Soviética (actual Rusia) y sus aliados acusaban a Estados Unidos de mantener una colonia. Como resultado, se preparó un plan con el respaldo de Muñoz Marín para resolver el problema colonial. Un estatus medio (ni estadista, ni independentista) fue diseñado, y luego de un largo proceso – y de la Revuelta Nacionalista de 1950  – se adoptó una constitución local en 1952. Se creó el Estado Libre Asociado (ELA), término que se tradujo como un “commonwealth”. Esto no resolvió la cuestión del estatus como Muñoz Marín había querido, pero al día de hoy define la relación política entre Puerto Rico y Estados Unidos. El debate sobre su naturaleza y existencia continúa.

La era del poder alternado

Luis A. Ferré

En 1968, el PPD perdió las elecciones por primera vez en cuatro décadas. Luis A. Ferré, favorecedor de la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos, fue electo bajo el Partido Nuevo Progresista (PNP). Se inició la época de turnos alternados entre el PPD y el PNP. Ferré perdió las elecciones siguientes y Rafael Hernández Colón, del PPD, fue electo en 1972. La administración de Hernández Colón tuvo que enfrentar la crisis mundial por el aumento en los precios del petróleo. Como solución, el Gobierno federal otorgó exenciones contributivas a las compañías multinacionales que operaban en el País y se incluyó en el programa federal de cupones de alimento. La década de 1970  fue testigo del debilitamiento de la Operación Manos a la Obra (el plan de industrialización basado en las exenciones a compañías estadounidenses creado en 1947) y el aumento en la dependencia de los fondos federales. La economía pasó de la manufactura a las altas finanzas promovidas por los depósitos bancarios de las multinacionales. Esta etapa concluyó cuando el Congreso estadounidense eliminó los beneficios contributivos a las multinacionales (bajo la Sección 936 del Código de Rentas Internas Federal). En 2006 dejó de tener vigencia definitivamente en Puerto Rico. Desde entonces, todas las administraciones han buscado un nuevo modelo económico que ayude a garantizar un alto estándar de vida económico.

Las últimas décadas de la historia política de Puerto Rico se caracterizan por el cambio de poder entre los dos partidos políticos principales (PPD y PNP) y la polarización de la sociedad. Un sector de los puertorriqueños desea la definición del estatus político, ya sea a través de la estadidad, la independencia o la libre asociación con Estados Unidos. El otro sector quiere mantener el “status quo” del ELA con algunas libertades adicionales. Entre 1976 y 1984, y de 1992 al 2000, los estadistas controlaron la administración gubernamental. Sin embargo, en los plebiscitos de estatus durante esa época (1993 y 1998) la alternativa de la estadidad no alcanzó la mayoría deseada por ese sector. En el 2012 se celebró el primer plebiscito, cuyo resultado aparentemente favoreció a la estadidad. La consulta consistió en dos preguntas: 1- si se estaba de acuerdo en mantener la situación territorial actual del País y 2- qué estatus se favorecía. A la primera, la mayoría (970,910 o 53.97%) votó que no estaba de acuerdo de mantener el estatus actual. En la segunda pregunta 834,191 electores o 61.16% estuvo a favor de la estadidad. La segunda pregunta no fue contestada por 480,918 votantes, por lo cual el resultado sigue siendo motivo de controversia. Ninguna de estas consultas plebiscitarias ha contado con el apoyo del Congreso estadounidense, de forma tal que éste se comprometa a acatar la decisión de los puertorriqueños.

Resultados del plebiscito Estadidad Sí o No 2020 (Fuente: Comisión Estatal de Elecciones)

Durante estos años y hasta el presente ha habido un resurgimiento del orgullo puertorriqueño en su cultura e identidad y una nueva definición de puertorriqueñidad ha sido influenciada por la visión de la comunidad puertorriqueña en Estados Unidos, la diáspora. Esta población creció en términos numéricos y en términos de poder político, incluyendo la elección de varios miembros de origen puertorriqueño al Congreso, por los estados de Nueva York y de Chicago.

A comienzos del siglo XXI, Puerto Rico continua en búsqueda de su destino, con fuertes lazos en Estados Unidos, con un sólido sentido de identidad, y una producción artística y cultural extraordinaria.

 

Referencias:

Acosta Lespier, Ivonne. “La mordaza: Puerto Rico 1948-1957”. Río Piedras: Editorial Edil, 1987.

Cabrera Salcedo, Lizette. “Reflejos de la historia de Puerto Rico en el arte. San Juan: Museo de Historia, Antropología y Arte y Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, 2016.

Dietz, James. “Historia económica de Puerto Rico”. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989.

Moscoso, Francisco. “Fundación de San Juan en 1522”. San Juan: Ediciones Laberinto, 2020.

Moscoso, Francisco y Lizette Cabrera Salcedo. “Historia de Puerto Rico”. San Juan: Ediciones Santillana, 2008.

Rivero, Ángel. “Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico”. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1922.

Robiu Lamarche, Sebastián. “Mitología y religión de los taínos”. San Juan: Editorial Punto y coma, 2006.

Scarano, Francisco. “Puerto Rico: Cinco siglos de historia”. Estados Unidos: Mc Graw Hill, 1993.

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